miércoles, 18 de marzo de 2009

El Mapa de Upsala


1555 ca. SANTA CRUZ, Alonso de (firmó). Sin Título. Conocido como «Mapa de Upsala».

Plano a color de 90 x 60 cm., sin escala y sin orientación.

Impreso

Museo Etnográfico

Estocolmo Suecia.

Bibliografía: Espinosa López [2003: 41-44]; Ortiz Lajous [1994: 92]; Sartor [1992: 28-29]; Toussaint [1938: 127-166]



En palabras de Terán «para muchos, cruzar el Atlántico tenía bastante que ver con ir a la Utopía»[1]. Esta pieza es entonces una muestra de eso que iba a ser, una muestra del arte que no viaja materialmente, del arte que viaja como una construcción mental pero sí demuestra convergencias tangibles.

En el urbanismo novohispano podemos apreciar claramente la dualidad en la concepción del espacio urbano, mientras que durante el Renacimiento éste se concebía como un continuo global en el que la ciudad era una extensión del así llamado sueño del orden (que no era otra cosa que una manifestación conceptual que pretendía definirse mediante la organización de un espacio físico), la conciencia surgida a partir del conocimiento de una nueva escala planetaria aunada a la herencia multicultural de los hombres del sur de la península española –quienes fueron los que desempeñaron una parte muy significativa de la colonización y que llevaron consigo una cargada memoria urbana y experiencias espaciales peculiares – verificó una realidad urbana transcultural en la que además de la sobreposición de la cultura conquistadora y su traza, pervivieron relaciones y materializaciones del espacio cuyo origen era ya mesoamericano. La geometría debía plasmar el nuevo orden fundado, sin embargo en asentamientos de culturas dominantes y avanzadas como la azteca y la inca este planteamiento generó diferentes realidades concretas.

El plano que se expone aquí es el único documento conocido con el que contamos para reconstruir el estado de la Ciudad de México en el siglo XVI, pues es el primero según Justino Fernández que «representa la ciudad española y permite darnos una cabal idea de la región de México y su laguna a mediados del siglo XVI», aunque se sabe, por descripciones, que existieron más[2]. Está hecho en piel con barniz rojo por lo que se considera un códice poshispánico y es de carácter pictográfico pues, en palabras de Toussaint «los monumentos y aun ciertos detalles naturales están representados de modo que procuran reproducir a la naturaleza, o por lo menos dar idea de la forma que afectaba en la realidad». Fue atribuido en un inicio a Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo de Carlos V debido a que aquél publicó un plano semejante en sus islarios y en el que asienta varios errores que cualquiera que haya viajado a Nueva España no cometería (por ejemplo coloca las casas de manera desordenada y varios nombres de poblaciones los escribe erróneamente) sin embargo hay autores como Ortiz Lajous que afirman que fue elaborado por los estudiantes del Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco y León Portilla asegura que, después de elaborado, fue enviado a España por el Virrey Antonio de Mendoza. Actualmente la hipótesis más aceptada es que fue elaborado por manos indígenas pero con la guía de un europeo.

Su trascendencia radica en que muestra cómo se habían conjuntado las dos visiones urbanas –la mesoamericana y la hispana– formando el urbanismo novohispano que adoptó las siguientes características: trazos ortogonales para las redes viales, una plaza central de geometría simple rodeada por las principales edificaciones tanto civiles como religiosas, accesos que llegan desde el exterior mediante amplias calzadas de trazo recto y que continúan para convertirse en vialidades principales en el interior del área urbana, paramentos retos y continuos, un área periférica con predios de mayores dimensiones e integrada al entorno rural, carencia de murallas o límites verticales que retardaran o impidieran el crecimiento urbano. Representa 36 edificaciones reconocidas dentro y fuera de la traza –6 de las cuales se reconocen por diversos historiadores–, las acequias, las calles y los caminos principales.


Bibliografía

Espinosa López 2003

Enrique Espinosa López: Ciudad de México. Compendio Cronológico de su desarrollo urbano. México.

Ortiz Lajous 1994

Jaime Ortiz Lajous. Ciudades coloniales mexicanas. México.

Sartor 1992

Mario Sartor: Arquitectura y urbanismo en Nueva España. Siglo XVI. Italia.

Toussaint 1938

Manuel Toussaint et al. Planos de la Ciudad de México. Siglos XVI y XVII. Estudio histórico, urbanístico y bibliográfico. México.


[1] Fernando de Terán: «Los Límites Territoriales del Sueño de un Orden», En: Andalucía en América. El Legado de Ultramar, Barcelona, 1995, p. 102.

[2] Don Luis González Obregón en su Reseña Histórica del Desagüe del Valle, habla de un plano presentado por el Padre Francisco Calderón, a raíz de la inundación de 1629 y que era una pintura indígena de época precortesiana, además de otra pintura que también consiguió dicho Padre y que le había sido a su vez proporcionada por un indio anciano de Santiago Tlatelolco ejecutada después de la llegada de los españoles. Se sabe también que el Virrey Velasco, al ser nombrado presidente del Consejo de Indias, recogió, con ocasión de buscar el sumidero de la laguna, todos los datos y pinturas que presentaron los indios que registraron en ese tiempo los sumideros de la laguna. Cf. Justino Fernández: «Estudio Urbanístico» [del Plano atribuido a Alonso de la Santa Cruz], En: Manuel Toussaint, op. cit., pp. 108-109.

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